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Calidad muscular en personas con obesidad: el problema de solo ver la punta del iceberg

Este es un artículo escrito y publicado en fissac por Pedro L. Valenzuela, Investigador en la Unidad de Control de Rendimiento de la Agencia Española para la Protección de la Salud en el Deporte.

La obesidad ha alcanzado cifras pandémicas en el mundo occidental, y su prevalencia se ha duplicado desde 1980. Como hemos comentado en anteriores ocasiones, la obesidad está asociada a numerosas complicaciones metabólicas (e.g., resistencia a la insulina, hipertensión, status pro-inflamatorio), incluyendo una mayor morbi-mortalidad. Además, cada vez existe más evidencia de que la obesidad puede tener consecuencias negativas para un órgano a menudo olvidado: el músculo.

Existe cierta controversia en torno a los efectos de la obesidad en la función muscular. De hecho, es bastante común pensar que las personas con sobrepeso u obesidad tienen mayores niveles de fuerza que las personas con un índice de masa corporal (IMC) inferior. Sin embargo, existe una creciente evidencia de que, cuando se expresa la fuerza en relación con el peso corporal o a la cantidad de masa muscular (es decir, cuando se analiza la “calidad muscular”, que corresponde a la fuerza expresada por unidad de masa muscular), las personas con sobrepeso tienen una peor función muscular.

Por ejemplo, en un estudio que publicamos recientemente en la revista BMC Musculoskeletal Disorders (1) junto con expertos en obesidad como el Dr. Alessandro Satorio y expertos en función muscular como el Dr. Nicola Maffiuletti, analizamos la calidad muscular en una población de 203 personas con diferentes edades (entre 18 y 75 años) y diferente grado de obesidad (con un IMC que iba desde los 35 hasta los 64 kg/m2). Los resultados fueron escalofriantes: en comparación con valores de referencia obtenidos en personas con normopeso, un 84% de los participantes con obesidad presentaba una masa muscular pobre. Además, al analizar los factores que predisponían a tener una peor calidad muscular, observamos que ser mujer, tener una mayor edad, y tener un mayor IMC, se asociaban a una peor calidad muscular independientemente de otros factores de riesgo.

Estos resultados pueden ser discutidos desde diferentes puntos. Por un lado, la relación negativa entre el envejecimiento y la calidad muscular ya ha sido ampliamente evidenciada. El envejecimiento se asocia a un empeoramiento de la función neuromuscular a todos los niveles, incluyendo una degeneración a nivel neural (e.g., pérdida de motoneuronas y menor ratio de descarga eléctrica en las motoneuronas que se mantienen activas) y a nivel periférico (con degeneración del tejido muscular e incluso con infiltración de tejido no contráctil y fibroso a nivel intramuscular, así como con un paso de fibras tipo II o rápidas hacia fibras tipo I o lentas), las cuales contribuyen de forma conjunta a que empeore la función muscular. Sin embargo, se presta mucho menos atención a la relación negativa entre la obesidad y la función muscular, la cual se da incluso de forma independiente de la edad como se vio en el estudio arriba mencionado.

Los efectos deletéreos de la obesidad en la calidad muscular se deben a numerosos procesos fisiológicos alterados, incluyendo entre otros una mayor resistencia anabólica (es decir, mayor dificultad para crear tejido muscular), una mayor proporción de fibras tipo I o lentas – como ocurre con el envejecimiento -, y una mayor infiltración de tejido adiposo dentro del tejido muscular (2,3). Por ejemplo, un estudio observó que, aunque las personas con obesidad tienen una mayor cantidad de masa muscular, tenían una mayor proporción de fibras tipo I (las cuales son menos potentes que las fibras tipo II) y el doble de contenido intramuscular de grasa que los sujetos no obesos (4).

 

Además, curiosamente, el número de depósitos de grasa intramuscular se asoció de forma negativa con la potencia y la velocidad de contracción de las fibras musculares aisladas medidas in vitro (4). Por otro lado, otro estudio comprobó que tanto los niveles de grasa total como visceral (la que cubre a los órganos, que es de hecho la que más se asocia a una mayor morbimortalidad) se asociaban a una menor densidad muscular (menor cantidad de tejido contráctil en el músculo), lo que provocaba un peor rendimiento físico (5). Por lo tanto, aquí vemos una consecuencia más de la obesidad que muchas veces es pasada por alto: el empeoramiento de la calidad muscular. 

Es importante tener en cuenta esta peor calidad muscular ya que, no solo se asociará a una peor funcionalidad en el día a día, sino que además es un marcador que se asocia más al riesgo de morbimortalidad que la masa muscular por sí sola. De hecho, las personas con una gran cantidad de masa muscular pero baja calidad muscular – como puede ocurrir en algunas personas obesas – presentan un mayor riesgo de incapacidad funcional (6). Además, aunque tanto la obesidad como una baja calidad muscular se asocian de forma independiente con el riesgo de morbimortalidad, la combinación de ambas multiplica el riesgo (7–10). Es por ello que será necesario implementar estrategias que vayan no solo encaminadas a reducir los niveles de adiposidad – como pueden ser las dietas hipocalóricas -, sino también incluir intervenciones que busquen aumentar la calidad muscular como puede ser el entrenamiento de fuerza (11)

Referencias:

1. Valenzuela PL, Maffiuletti NA, Tringali G, De Col A, Sartorio A. Obesity-associated poor muscle quality: Prevalence and association with age, sex, and body mass index. BMC Musculoskelet Disord. 2020;21(1):1–8. 

2. Tallis J, James RS, Seebacher F. The effects of obesity on skeletal muscle contractile function. J Exp Biol. 2018;221(13):jeb163840. 

3. Barazzoni R, Bischoff S, Boirie Y, Busetto L, Cederholm T, Dicker D, et al. Sarcopenic Obesity: Time to Meet the Challenge. Obes Facts. 2018;294–305. 

4. Choi SJ, Files DC, Zhang T, Wang ZM, Messi ML, Gregory H, et al. Intramyocellular lipid and impaired myofiber contraction in normal weight and obese older adults. Journals Gerontol – Ser A Biol Sci Med Sci. 2016;71(4):557–64. 

5. Scott D, Shore-Lorenti C, McMillan LB, Mesinovic J, Clark RA, Hayes A, et al. Calf muscle density is independently associated with physical function in overweight and obese older adults. J Musculoskelet Neuronal Interact. 2018;18(1):9–17. 

6. Barbat-Artigas S, Rolland Y, Vellas B, Aubertin-Leheudre M. Muscle quantity is not synonymous with muscle quality. J Am Med Dir Assoc [Internet]. 2013;14(11):852.e1-852.e7. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.jamda.2013.06.003

7. Silva Alexandre T, Scholes S, Ferreira Santos J, de Oliveira C. Dynapenic abdominal obesity as a risk factor for worse trajectories of ADL disability among older adults: ELSA cohort study. Journals Gerontol Ser A Biol Sci Med Sci. 2018;In press. 

8. Silva Alexandre T, Scholes S, Ferreira-Santos J, de Oliveira Duarte Y, de Oliveira C. The combination of dynapenia and abdominal obesity as a risk factor for worse trajectories of IADL disability among older adults. Clin Nutr. 2018;37(6 Pt A):2045–53. 

9. Yang M, Ding X, Luo L, Hao Q, Dong B. Disability Associated With Obesity, Dynapenia and Dynapenic-Obesity in Chinese Older Adults. J Am Med Dir Assoc [Internet]. 2014;15(2):150.e11-150.e16. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.jamda.2013.10.009

10. Silva Alexandre T, Scholes S, Ferreira Santos JL, de Oliveira Duarte YA, de Oliveira C. Dynapenic Abdominal Obesity Increases Mortality Risk Among English and Brazilian Older Adults: A 10-Year Follow-Up of the ELSA and SABE Studies. J Nutr Heal Aging. 2018;22(1):138–44. 

11. Fragala MS, Fukuda DH, Stout JR, Townsend JR, Emerson NS, Boone CH, et al. Muscle quality index improves with resistance exercise training in older adults. Exp Gerontol [Internet]. 2014;53:1–6. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.exger.2014.01.027

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